JEROH MONTILLA, TIBISAY VARGAS, EDGARDO MALASPINA Y ADOLFO RODRIGUEZ

JEROH MONTILLA, TIBISAY VARGAS, EDGARDO MALASPINA Y ADOLFO RODRIGUEZ
ESCRITORES GUARIQUEÑOS

miércoles, 26 de agosto de 2020

LIBROS GUARIQUEÑOS: EL SABIO TORREALBA.

 


NOSTALGIA POR EL PAPEL Y LA TINTA

(“Vivir, sin duda, es más importante que leer, pero leer ayuda a vivir en plenitud, contribuye a hacer la vida más hermosa, más amplia, más generosa”. Luis Beltrán Prieto Figueroa.)

 

LIBROS GUARIQUEÑOS

EL SABIO TORREALBA

 

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

1

“El sabio Torrealba” se publicó en 1996 . La selección de textos la hizo el doctor Adolfo Rodríguez;  la presentación, el doctor Rafael Emilio Silveira; y el prólogo, este servidor. En el libro se habla del nacimiento del insigne médico guariqueño, doctor José Francisco Torrealba, en el hato San Roque, en las cercanías de Santa María de Ipire, Estado Guárico ,el 16 de junio de 1896. Hay una descripción del ambiente natural que lo rodeó en su infancia, el cual predispuso su espíritu para desarrollar la imaginación y el sentido de la curiosidad creativa. Se habla también de su actividad como médico rural, profesional e investigador de muchas enfermedades en el llano venezolano.

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Muy interesante resulta el capítulo sobre su biblioteca personal, por cuanto nos enseña que Torrealba fue un médico- filósofo, no sólo por su modo de pensar ante el paciente y su tragedia, su estilo peculiar como científico y humanista, su sensibilidad social y su actitud general ante la vida; sino también por sus conocimientos enciclopédicos. Leía a Rousseau, Pascal, Montesquieu, Tomás Moró, Nietzsche, Ingenieros, Unamuno, etc., pensando tal vez como Letamendi, quien dijo que el médico que sólo sabe de medicina ni de medicina sabe.

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El libro ha resultado en ser la única biografía genuinamente guariqueña sobre el sabio santamarieño, muy útil para las generaciones de estudiantes y lectores en general; pero especialmente de galenos que se gestan en las aulas de nuestras escuelas médicas.

viernes, 7 de agosto de 2020

LUIS EDUARDO BELLO: LA PALABRA IRREVERENTE.

 

SE MARCHÓ PARA SIEMPRE LA PALABRA IRREVERENTE

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

1

Murió Luis Eduardo Bello, el amigo periodista que nos deleitó con sus crónicas y análisis incisivos sobre el acontecer político regional, nacional y mundial en su página “La palabra irreverente”. Su trabajo en distintos medios de comunicación, sus viajes y sus lecturas lo convirtieron en un hombre de amplia cultura que podía abordar cualquier tema de manera detallada, amena e interesante. Una vez le dije: Hablar contigo es aprender muchas cosas. Deberías escribir tus memorias para regocijo de todos nosotros. Respondió: En ese aspecto sólo me gusta escribir sobre el talento de mis amigos. ¿En qué tono podría escribir unas memorias? Yo le dije: Escribe como si estuvieses contándole cuentos a tus nietos. Con una sonrisa ripostó: No es mala idea.

Y en eso de escribir sobre el talento de los amigos, debemos reconocer que Luis Eduardo fue muy generoso y hasta exagerado.

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Uno de sus temas preferidos durante nuestras conversaciones era lo referente a la Segunda Guerra Mundial. Consideraba que la Conferencia de Yalta nos daba el ejemplo a seguir para resolver las desavenencias doctrinarias en el campo demócrata, porque en la citada reunión entre Roosevelt, Churchill y Stalin se acordaron puntos básicos para vencer a Hitler, el enemigo común, independientemente de que cada uno de esos líderes tenía ideologías y posiciones políticas aparentemente irreconciliables. El socrático mandato de que en la unión está la fuerza debería imponerse en nuestras filas, afirmaba.

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Era un privilegio escucharle hablar de sus encuentros con Humberto Fernández Morán, nuestro genial científico, quien le obsequió un fino bolígrafo que conservaba con cariño; o sobre la invención del croissant por parte de los vieneses para recordarle a los turcos la derrota que le habían infligido, porque cada vez que alguien mordiera un croissant estaría destrozando el emblema militar turco: la media luna. O cuando le escuchaba conjugar el verbo complacer en pretérito, entonces no decía “complació” sino “complugo”. A él solamente le oía esos giros inusuales y elegantes de nuestro lenguaje.

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Luis Eduardo también escribía cuartetos rimados para ironizar el día a día de nuestro mundo político. Los hacía por las mismas razones que impulsaban a Tomás Ignacio Potentini quien se burló de Joaquín Crespo, llamado el “Héroe del Deber Cumplido”, con estos versos:

“Héroe del deber cumplido”

es un título profundo.

héroe de pagar no ha sido:

¿Quién no sabe que se ha ido

¿Debiéndole a todo el mundo?

 

Crespo los leyó y dijo: estos versos rimados se los aprende la gente y por eso fuñen.

 

He aquí algunas estrofas de Luis Eduardo:

I

Almirante del sufrir

con frío corazón de hiena

la tortura es su placer

y el infierno su condena.

II

Ya las denuncias fastidian

y el eterno protestar

torturas y asesinatos

¿qué más tiene que pasar?

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En el último encuentro Luis Eduardo me habló profusamente de las obras de Shakespeare, y específicamente del Mercader de Venecia, donde un usurero judío exige que su deudor, en caso de no poder devolverle lo prestado, debe pagarle con un pedazo de carne de su propio cuerpo; y eso nos llevó hasta Nietzsche y sus teorías acerca de la crueldad y el placer insertos en las penas y castigos.

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Se fue para siempre Luis Eduardo Bello con su palabra irreverente. Lo recordaremos como el periodista indoblegable de escritura pulcra, el demócrata que luchó incansablemente por una mejor Venezuela, el intelectual de brillantes disertaciones, el amigo que nos trató con gran deferencia, con quien compartimos agradables tertulias y ofrendas a Dionisio.

 

Nota: Las fotografías donde aparece Luis Eduardo Bello provienen de los muros de Facebook del doctor Rafael Emilio Silveira y el periodista José David Rondón.