JEROH MONTILLA, TIBISAY VARGAS, EDGARDO MALASPINA Y ADOLFO RODRIGUEZ

JEROH MONTILLA, TIBISAY VARGAS, EDGARDO MALASPINA Y ADOLFO RODRIGUEZ
ESCRITORES GUARIQUEÑOS

sábado, 25 de agosto de 2007

SAN JUAN DE AYER


SAN JUAN DE AYER DE RICARDO ALCALA


Por: Edgardo Malaspina (Las Mercedes del Llano)


El libro de crónicas de Ricardo Alcalá, SAN JUAN DE AYER, es la historia de San Juan de los Morros, la capital del Estado Guárico. Obra ágil con datos históricos y geográficos presentados en forma clasificada se ha convertido en texto de consulta de estudiante e interesados en esa materia. En SAN JUAN DE AYER se habla de esa ciudad llanera, su geografía, su historia, de los institutos educativos y los hitos culturales, de la fundación de los periódicos, de la inauguración del estadio, de las epidemias que azotaron el pueblo, de los símbolos religiosos y de muchos otros acontecimientos importantes. El libro tiene gran valor didáctico, sobre todo ahora cuando se habla de la enseñanza de la historia y la geografía regionales en las escuelas e instituciones educativas para conocer mejor nuestras raíces y potencialidades.

HOJAS AL VIENTO


HOJAS AL VIENTO


Por: Edgardo Malaspina (Las Mercedes del Llano)


José Manuel Célis en HOJAS AL VIENTO le canta a todo lo bello de la vida con versos llenos de nostalgia, cargados de recuerdos sublimes. Célis nació en Valle de la Pascua, Estado Guárico, en pleno centro del llano venezolano. Sus conocimientos, producto de muchas lecturas, le permiten dar clases de Historia en varios institutos educativos. Así comienza a recorrer la geografía guariqueña como profesor: El Sombrero, Valle de la Pascua, Las Mercedes del Llano…Precisamente en este último pueblo conocí a José Manuel Célis. Era el prototipo del docente dinámico, de verbo fácil y siempre presto a establecer el mejor contacto con el alumnado. Desde entonces le aprecio y he llegado a admirarlo por sus escritos, en prosa o en versos, donde indaga sobre el alma humana y todo lo que concierne a la microhistoria ya que es cronista popular de Valle de la Pascua. Su estilo es preciso, sin rodeos pero con mucha elegancia. En HOJAS AL VIENTO hay versos dedicados a la mujer ideal ya las diferentes circunstancias, alegres y tristes, por las que atraviesa un humano a lo largo de su vida.

EFLUVIO DE MASTRANZAL


EFLUVIO DE MASTRANZAL


Por: Edgardo Malaspina(Las Mercedes del Llano)



EFLUVIO DE MASTRANZAL, de Ignacio García, nos da las combinaciones de los sonetos con los corridos llaneros, los galerones con el joropo. Hagamos un recuento. Con la primera carta de Colón a los Reyes Católicos se dio inicio a la literatura latinoamericana. Colón decía que Venezuela era una “tierra de gracia” y que sus hombres eran de buena estatura, blancos y cabello liso. Luego vinieron los cronistas y los buscadores de El Dorado. Había una literatura oral, pero después una literatura que enriqueció el idioma. El llanero componía y cantaba. Era como se dice hoy un cantautor y eso es lo que es Ignacio García Aular, un hombre de su raza y d su tierra. Cuando García Aular escribe sonetos lo hace a la manera de los modernistas y nos recuerda en todo tiempo a Rubén Dario. Cuando García Aular escribe sus corridos, que le habían dado fama porque le han puesto música, se nos parece a un juglar y acaso a Reynaldo Armas. Con sus corridos y canciones García Aular ha sido reconocido, galardonado y condecorado. Sus poemas nativistas corren de boca en boca en Las Mercedes del Llano, pueblo del Estado Guárico, donde ha sido docente y de esa tierra dura y seca ha extraído lo mejor de su repertorio. Ignacio García Aular podría muy bien parangonarse con los cantores anónimos que Olivares Figueroa recoge en su FOLKLORE VENEZOLANO o en el ROMANCERO de Machado. En su soneto Fantasia García Aular nos trae remembranzas de una poesía culta. Leamos:

Zarpamos en la tarde gris ala caer el ocaso
en busca de mi amada, moreno sargazo…

Y así por el estilo.

En un corrido nos recuerda al Ernesto Luis Rodríguez de EL COLOR DE ENTONCES:

…A Barinas o al Apure ya/ que cinco hermanos son/ Cojedes y Portuguesa/ si es al Guárico mejor/ y a Las Mercedes del Llano / porque de es pueblo soy.

Esta es una manera de encontrarse con la identidad, muy caro al venezolano de nuestros tiempos.

POETAS DE TUCUPIDO


POETAS DE TUCUPIDO DE FERNANDO AULAR


Por: Edgardo Malaspina (Las Mercedes del Llano)


En 1998 publicamos cuatro libros: tres poemarios y una crónica. POETAS DE TUCUPIDO, de Fernando Aular, es un compendio de los cultores del soneto de ese pueblo llanero. Allí está la obra de los poetas que siguieron los giros de una escritura romántica y preciosista.

NUNCA ES TARDE


NUNCA ES TARDE DE RENESTO LUIS RODRIGUEZ
Por: Edgardo Malaspina (Las Mercedes del Llano)

La sexta obra es la autobiografía de Ernesto Luis Rodríguez: NUNCA ES TARDE (1997). Ernesto Luis Rodríguez, el autor de Rosalinda, nos habla de su infancia ,de los años inolvidables de su pobreza feliz, de las coplas y la anécdotas del llano, de las riñas de gallos, del cine mudo de Chaplin y Dolores del Río en su querida Zaraza, de sus viajes y vivencias por los diferentes pueblos de Venezuela, de su incursión en la política, de la Caracas con tranvías, de su encuentro con Rufino Blanco Bombona y el poeta Angel Celestino Bello, el de Justo Brito Y Juan Tabares; y de otras cosas interesantes y curiosas. Nos cuenta como la Morocha García, una bella morena que conoció en un baile de joropo, le inspiró los versos de Rosalinda cuando apenas tenía diecinueve años.
El poeta nos lleva a los tiempos cuando se sentaba en los bancos escolares al lado de sus compañeros de primaria; y nos dice como al abandonar la escuela, con apenas cuarto grado, empezó a recorrer el mundo y a desempeñarse en los trabajos más disímiles para hacerse escritor y afirmar como Gorka que sus universidades fueron las calles, el roce con la gente y la experiencia mientras buscaba su lugar en la vida.
NUNCA ES TARDE empieza con un verso libre (“Nunca es tarde”) y termina con un soneto (“Clamor para cuando me dejen en la tierra”). Ambos poemas tienen una belleza lírica extraordinaria y una gran profundidad filosófica; y esto dilucida al menos para mí, el dilema que implica la confrontación entre la poesía rimada y la poesía versolibrista: poesía hay una sola, la que llega al lector para conmover su espíritu.
NUNCA ESTARDE es un libro fascinante, donde el autor con la pulcritud y frescura que caracterizan sus escritos, vuelve a sus andanzas por los caminos del recuerdo.

LA SOLEDAD DEL GERRILLERO


LA SOLEDAD DEL GUERRILLERO DE ARGENIS RODRIGUEZ


Por: Edgardo Malaspina


Nuevamente Argenis Rodríguez publica en 1997. Esta vez trata el tema del movimiento guerrillero venezolano durante la década de los sesenta. LA SOLEDAD DEL GUERRILLERO habla en forma novelada sobre los actores de ese periodo de la historia y la política de nuestro país. Muchas veces le pregunté a Argenis que se hicieron aquellos guerrilleros descritos en su novela “Entre las Breñas”.Un día me entregó una carpeta. Me la leí y allí encontré personajes fácilmente reconocibles. Esa carpeta es la SOLEDAD DEL GUERRILERO, y allí veo a aquellos jóvenes guerrilleros de los años sesenta. Ahora son otros. No hicieron una revolución, pero algunos llegaron al poder. Creo distinguir a Teodoro Petkoff, Pompeyo Márquez, Juan Vicente Cabezas, Angel Eusebio Zuzarini, el mismo Argenis Rodríguez, el capitán Elias Manuitt, Douglas Bravo, Angela Zago y muchos más. No disfruté de este libro. Lo encontré amargo, doloroso, como de despedida.

CASAS CERRADAS


CASAS CERRADAS


Por: Edgardo Malaspina (Las Mercedes del Llano)


En 1997 convocamos el concurso de poesía Ernesto Luis Rodríguez, el más importante bardo popular venezolano de la segunda mitad del siglo XX .El ganador resultó José Mota Castillo con el poemario CASAS CERRADAS, y esa fue nuestra cuarta publicación. El jurado integrado por Argenis Rodríguez, J. Montilla y Carlos Ríos seleccionó la obra por cuanto consideró que reunía las condiciones de redondez temática con un delicado uso existencial en la dualidad cuerpo –habitación, penetrando lo cotidiano, lo familiar, lo amoroso y lo metafísico.
Los temas en la poesía son eternos: el hombre y sus sentimientos, la naturaleza y sus misterios, la relación entre el micro y el macrocosmos; cambia sólo la manera de abordarlos, de trabajarlos, de expresarlos en un ritmo preciso y determinado. José Mota Castillo se presenta como un poeta maduro, combinando verbos y metáforas, en un mundo donde siempre habrá más preguntas que respuestas; y en ese sentido logra el objetivo de toda poesía: servir de refugio espiritual para aliviar la pena de no poder entenderlo todo, equilibrar las grandezas y las pequeñeces del ánimo ante ese conflicto. Ya lo dijo Holderin: “El hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona”.

ROMANCE


ROMANCE


Por: Edgardo Malaspina (Las Mercedes del Llano)


ROMANCE (1996), poemario de Manuel Figueroa es la tercera publicación. Manuel Figueroa nació en Atapirire, Estado Anzoátegui, pero lleva en el Guárico más de cincuenta años y ya es un llanero como el que más. Su pasión es la poesía romántica, combinándola con la folclórica a través del romance llanero, así como también con versos de protesta.
Romance es su primer libro y lo ha escrito y reescrito en múltiples ocasiones, contando hasta el presente con un material poético extensísimo, con el cual podríamos editar varios libros. En este volumen se pueden apreciar las influencias de los románticos españoles: Bécquer, Campoamor y Muñoz de Arce, también a los cultores del folclorismo venezolano y a nuestros clásicos, como Bello, Pérez Bonalde y Lazo Martí.

FRANCISCO LAZO MARTI




FRANCISCO LAZO MARTI DE ARGENIS RODRIGUEZ




Por: Edgardo Malaspina (Las Mercedes del Llano)






La segunda publicación, PARA CONOCER A FRANCISCO LAZO MARTÍ (1996), pertenece a Argenis Rodríguez, el más notable de los escritores guariqueños de todos los tiempos. En ese ensayo Rodríguez retrata al poeta del llano en su dimensión humana. Nos habla del Lazo Martí de carne y hueso, sus antepasados y su labor como médico. Se nos ocurre que es la única manera de conocer al bardo calaboceño.
En su obra Para conocer a Francisco Lazo Martí, Argénis Rodríguez nos habla de la conducta intima de nuestro personaje: “Nos enteramos que al padre de Lazo Martí lo llamaban El enigmático. Nunca entraba a la habitación de su esposa sin antes llamar a la puerta y preguntar si podía entrar. Era gentil y con gallardía le preguntaba a Margarita:
¿Podré entrar?

Y la mujer se desnudaba en la oscuridad y nunca se dejaba ver ni tocar por el mismo esposo. Bien porque ella quisiera que fuera así o porque el marido veía en el deseo un desorden espiritual del mismo Satanás. De los padres de Lazo Martí podemos afirmar que todo ocurrió así. No del médico de quien se dice, antes de volver a casarse en Puerto Nutrias, tuvo un hijo natural”.
Rodríguez afirma que Lazo Martí como médico no cobraba a sus pacientes y le regalaba dinero para comprar las medicinas. Por eso tuvo que buscar otras formas de subsistencia y administra una cuerda de gallos de peleas y vende tabaco. En Puerto de Nutrias instala una pulpería y vende papelón, queso, panelas, frutos de la tierra, tabaco en rama y café.
Lazo leyó a Peonía, de Manuel Vicente Romero García. Esta primera novela en la literatura venezolana le acusó gran impresión. Pancho Lazo era sobrio y vestía bien. Apostaba a los gallos y jugaba a los dados , pero no era hombre de chistes ni de guasa. Sus estudios , que realizó todos en Calabozo, además de la medicina, comprendieron idiomas como el francés y el alemán, geometría, trigonometría, topografía, algebra, historia y filosofía. En los tranqueros se sentaba a conversar con los llaneros y se le oía hablar sobre la sabana y sus encantos.
El telegrafista Cosme García una intentó matarlo de un disparo, pero dela sunto se sabe poco. Algo curioso fue la muerte de su pequeña hija Rosalvina, quien murió de un ataque de risa cuando el aya le hizo cosquillas sin parar.
Como guerrillero Lazo fue crespista. Nunca estuvo de acuerdo con la guerra y su participación en campañas militares fue como médico. Llamaba “chusma” a los que robaban y cometían pillaje en nombre de la revolución.
En agosto de 1913 sus restos fueron trasladados a la Catedral de Calabozo. En 1982, durante la administración de Luis Herrera Campins, sus huesos fueron llevados al Panteón Nacional. Es el único guariqueño que reposa al lado de Simón Bolívar.

EL SABIO TORREALBA


EL SABIO TORREALBA


Por: Edgardo Malaspina



El Estado Guárico ha sido una de las entidades federales de Venezuela más rezagadas en materia editorial, no obstante la existencia de muchos escritores y poetas. Estando al frente de la Fundación para el Fomento de la Cultura del Estado Guárico (FUNDACULGUA), desde 1996 hasta 1998, inicié un programa para rescatar ese importante rubro de la cultura y logré publicar diez obras.
Empecé esa tarea sacando a la luz pública la biografía de Dr. José Francisco Torrealba (1996), bajo el título de EL SABIO TORREALBA. Torrealba fue un destacado médico que ejerció su profesión en el llano venezolano e hizo investigaciones sobre el mal de Chagas con la perseverancia y la humildad de los sabios. La presentación es del Dr. Rafael Emilio Silveira, el prologo es del Dr. Edgardo Malaspina y la selección de los textos pertenece al Dr. Adolfo Rodríguez. El libro contiene varios artículos sobre la vida del médico. En el artículo de la Reto del CONICIT intitulado ¿Quién fue Torrealba? Se habla de su nacimiento en el hato San Roque, en las cercanías de Santa María de Ipire, Estado Guárico el 16 de junio de 1896.Hay una descripción del ambiente natural que rodeó a Torrealba en su infancia, el cual predispuso su espíritu para desarrollar la imaginación y el sentido de la curiosidad creativa. Se habla también de su actividad como médico rural, profesional e investigador de muchas enfermedades en el llano venezolano.
Rafael Torrealba ,hijo del científico, en “Para una mejor comprensión del Dr. Torrealba” nos enumera una serie de aspectos y circunstancias que rodearon la vida de su padre, los cuales vienen a ser signos importantes para el estudio de su obra : el medio adverso, la inexistencia o escasez de materiales para la investigación en su laboratorio, su voluntad férrea para estudiar por cuenta propia y superarse, su posición ante los problemas de la sociedad, el afán por impartir conocimientos sin mezquindad, el estilo narrativo ameno y preciso, su óptima preparación médica y su capacidad extraordinaria para el trabajo. Otros hijos de Torrealba, Ana Teresa, Ana Benigna y José Ramón escriben sobre los aportes médicos-sanitarios del padre, su destacada labor como director del Asilo de Enajenados Mentales que lo convierte en pionero de la psiquiatría en Venezuela, sus estudios de las enfermedades tropicales, la elaboración de nuevas vacunas y su incansable trabajo como investigador y divulgador de los conocimientos científicos.
José Antonio Ron Troconis en “Un hombre que alcanzó el equilibrio de la sabiduría”, lírica y nostálgicamente lo recuerda como su maestro: “Tu eres el auténtico maestro, el perfecto catedrático… no necesitabas aula, tu escuela era la propia calle, el hogar, el ambiente”.
Elisa Pineda de Belisario, en una prosa bellamente lograda, nos muestra al hombre humilde, perseverante, en constante lucha para vencer las dificultades y llevar a cabo sus proyectos científicos.
Se inserta una cronología donde se detallan los pasos y logros del científico año tras año, las distinciones que le fueron concedidas, las instituciones, premios y promociones con su nombre y los institutos y academias a los cuales perteneció.
Muy importante resulta el capítulo sobre su biblioteca personal, por cuanto nos enseña que Torrealba fue un médico filósofo no sólo por su modo de pensar ante el paciente y su tragedia, su estilo peculiar como científico y humanista, su sensibilidad social y su actitud general ante la vida; sino también por sus conocimientos enciclopédicos. Leía a Rousseau, Pascal, Montesquieu, Tomás Moró, Nietzsche, Ingenieros, Unamuno, etc., pensando tal vez como Letamendi, quien dijo que el médico que sólo sabe de medicina ni de medicina sabe. No es casualidad que una vez le vieran una sonrisa volteriana, Augusto Morillo Chacón le observara una actitud como si fuera un discípulo de Niezsche, Rafael Loreto Loreto lo comparara con Gandhi y Alexis Ramos lo llamara el Tolstoy de los llanos. Torrealba una vez dijo: “La política en la universidad perjudica mucho. ¿No decía Aristóteles que el hombre era un animal político? En el prólogo para el libro “Vida y sufrimiento” de Rafael Hernández Rodríguez, Torrealba escribió. “He evocado mucho mis lecturas de Cayo Lucrecio Caro, hace más de 35 años… toda la obra arranca de la filosofía de Epicuro y de sus discípulos”. El discurso pronunciado con motivo de la inauguración del centro de salud con su nombre, lo remató de esta manera: “¿Vendré yo de la república de Platón o de la utopía de Tomás Moro? Como se nota, siempre tenía en cuenta la riqueza filosófica del pasado.
Carlos Rafael Herrera refiriéndose al talento de este ilustre llanero del Guárico señaló: “Rara característica humana que le valió no sólo los calificativos de sabio, vidente, santo y genio; sino también los de iluminado, lunático, demiurgo o curandero, según las apreciaciones personales de quienes lo visitasen, fuesen amigos, admiradores o detractores”.
Por lo visto, nunca nadie antes con su quehacer cotidiano, su obra y su legado se ha acercado tanto como Torrealba a la sentencia hipocrática de que “el médico-filósofo es igual a Dios. Son pocas las diferencias entre la sabiduría y la medicina”.El libro ha resultado la única biografía genuinamente guariqueña sobre el sabio santamarieño, muy útil para las generaciones de galenos que se gestan en las aulas de nuestras escuelas médicas.